Francisco García
Escalero, nació en Madrid el 24 de mayo de 1954. De familia pobre,
Escalero era el menor de 2 hermanos, su infancia fue muy dura, las
palizas y el hambre fueron su pan de cada día. Vivía cerca del
cementerio de la Almudena y gustaba de pasear entre sus tumbas, allí
pasó su infancia, la muerte le atraía y llego a pensar hasta en el
suicidio.
A los 16 años entra en el
reformatorio por robo, pasados unos años sale y en compañía de
unos amigos atracan a una pareja y violan todos a la chica delante
del novio, fue detenido y condenado a doce años de prisión.
En la cárcel se mostró
tranquilo pero era un solitario, no se relacionaba con nadie, su
única compañía eran los animales muertos (pájaros y pequeños
animales) que se encontraba en el patio y que él se llevaba a su
celda.
Salio de la cárcel con
treinta años, con una educación nula y ninguna experiencia laboral
no le quedo otro camino que la mendicidad, vagabundeaba por la ciudad
en busca de limosna.
En 1985 murió su padre y
Escalero se hundió mas en la desesperación. Aunque es difícil
poder reconstruir su trayectoria criminal, por las lagunas que tiene
en su memoria debido a los muchos años de alcohol y drogas, se cree
que su primera victima fue una prostituta drogadicta que fue
encontrada decapitada y quemada en agosto de 1987, pero Escalero no
fue imputado por este asesinato.
La primera victima segura
fue un mendigo amigo suyo con el que solía ir a pedir limosna, a
finales de agosto de 1987 después de un día bueno mendigando los
dos se emborracharon y llegada la noche se echaron a dormir en un
colchón abandonado.
Durante la noche Escalero
despertó y viendo a su amigo al lado cogió una piedra y le golpeó
la cabeza hasta matarlo, acto seguido lo apuñalo y después le
prendió fuego.
En noviembre de 1987
Escalero estaba con una prostituta y después de cenar algo la llevo
a una furgoneta abandonada que estaba en un descampado entre las
calles Alcalá y Hermanos G. Noblejas. Escalero estaba borracho y
había tomado unos fármacos, dentro de la furgoneta Escalero saco un
cuchillo y asesto a la mujer tres puñaladas causándole la muerte,
después le cortó la cabeza y prendió fuego a la furgoneta, se
llevo la cabeza dentro de una bolsa y cuando se canso de llevarla la
tiro en un pozo, nunca se encontró, la policía cuando descubrió el
cuerpo de la mujer pensó que era un rito satánico.
En Marzo de 1988 Escalero
iba en compañía de otro mendigo, se dirigieron a un descampado y se
emborracharon, Escalero sintió un impulso irrefrenable, como él
decía, unas voces interiores le decían que tenia que matar, cogió
una piedra y empezó a golpear en la cabeza a su compañero, le
aplastó la mandíbula arrancándole varios dientes y parte del cuero
cabelludo, acto seguido saco un cuchillo y le asestó cerca de
cincuenta puñaladas.
No sabemos nada de
Escalero hasta marzo de 1989 cuando mata a otro mendigo golpeándole
la cabeza con una piedra, después intentara cortarle la cabeza pero
no pudo. Dos meses después atacó a otro mendigo, pero este intento
defenderse aunque fue en vano, Escalero saco un cuchillo y le corto
el cuello, pero aun estaba vivo cuando Escalero le bajo los
pantalones y le corto los genitales y se los comió.
La policía no sospechaba
que aquellos crímenes guardaran relación entre ellos, la clase
social de las victimas tampoco ayudó demasiado.
Escalero también solía
practicar la necrofilia, solía ir al cementerio de la Almudena
desenterraba algún
cadáver y se masturbaba encima.
En Mayo de 1990 mató
nuevamente a un mendigo golpeándole la cabeza y apuñalandole
después, lo rajo para sacarles las vísceras y que así pesara menos
para tirarlo a un pozo, cuando le saco el corazón le dio un bocado,
“quería saber a que sabia” confeso años mas tarde. En Mayo y
Septiembre de 1991, mató a dos mendigos usando el mismo sistema, les
golpeaba y después los acuchillaba.
Tiempo después Escalero
tuvo un cómplice, un mendigo al que apodaban “el rubio”, con él
atacó a una vagabunda, la obligaron a hacer tocamientos, y el rubio
la emprendió a golpes con la mujer y le hizo un corte en la cara con
un cuchillo, Escalero la golpeo con una piedra en la cabeza y ella
perdió el conocimiento, creyeron que estaba muerta y la dejaron. La
mendiga fue llevada a un hospital y allí denuncio el caso.
En Julio de 1993 Escalero
se emborracho y mató a su cómplice “el rubio”, le golpeo la
cabeza con una piedra y después quemó el cadáver.
En Septiembre de 1993
Escalero ingresa voluntariamente en el psiquiátrico Alonso Vega de
Madrid. Tres días después se fugo con otro interno, hombre amable y
tranquilo, que no era un mendigo iban en pijama y se dirigieron al
cementerio de la Almudena, allí Escalero golpeo a su compañero de
fuga en la cabeza y lo mató. Escalero intento suicidarse lanzándose
bajo un coche en la carretera de Colmenar Viejo, se fracturo una
pierna y fue llevado al hospital Ramón y Cajal allí confirmaron que
era uno de los fugados del psiquiátrico. Durante la confesión a la
policía Escalero confeso 14 muertes, y el placer que le daba
mantener relaciones sexuales con cadáveres. Escalero fue bautizado
en la prensa como el “ matamendigos “ . Escalero no sentía el
menor remordimiento, y ningún sentimiento de culpa. En el hospital
psiquiátrico Escalero confeso sus crímenes varias veces pero nadie
le hacia caso, ahora se sentía el centro de atención.
En febrero de 1995 acudió
a la Audiencia provincial de Madrid para el juicio pero la defensa de
Escalero apenas presentaba dificultad, los especialistas ya habían
señalado que Escalero no era responsable de sus actos. Para el
tribunal no cabía ninguna duda de que se trataba de un verdadero
peligro para la sociedad. Fue condenado a 30 años de reclusión en
un centro psiquiátrico penitenciario. Los psiquiatras saben que las
posibilidades de reinserción de Escalero son remotas, por no decir
nulas.
Los mendigos de Madrid aún
sienten miedo al oír su nombre; el problema es cuantos abran sueltos
por ahí como él, viviendo al margen de un sistema que han decidido
ignoralo.
FUENTE:
“Siete crímenes casi
perfectos”, de Rafael Reig, David Torres, Ángel García Collantes
y Beatriz de Vicente, por Noemí Pastor
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