Enriqueta Martí
aterrorizo la Barcelona de 1912. Secuestraba, prostituía y asesinaba
a niños a los que les extraía la sangre, las grasas y el tuétano
de los huesos para elaborar pócimas que vendía a sus clientes.
Pero empecemos nuestra
historia en la Barcelona de 1912, la gente hablaba acerca de la
desaparición durante los últimos meses de niños y niñas de corta
edad, que la gente creían que habrían sido secuestrados
. Hasta el
gobernador de la ciudad intentó convencer a sus ciudadanos de la
falsedad de los rumores,con un desmentido oficial.
Pero el 10 de febrero de
1912, cuando estaba anocheciendo, una niña llamada Teresita Guitart,
desaparece delante de la portería del bloque donde vivía.
Eran muchos los niños que
a diario desaparecían en las grandes ciudades durante aquellos años
y los padres, para amedrentar a sus hijos, para hacerlos más
precavidos, les contaban historias sobre "el hombre del saco".
Barcelona vivió más de
dos semanas con el corazón en un puño pensando en la suerte que
habría podido correr la infeliz Teresita Guitart. Todos los
esfuerzos policiales resultaron, como casi siempre, nulos. Sería una
vecina fisgona, una chafardera, la que descubriría el paradero de la
niña desaparecida.
El 17 de febrero en el nº
29 del carrer Ponent (actual carrer de Joaquin Costa), era de noche
cuando la señora Claudina Elías, vecina de Enrriqueta Martí, vio a
través de una ventana a dos niñas, una de ellas tenia el pelo
rapado, Claudina sabia que Enrriqueta tenia un niño y una niña, por
eso le extrañó ver a dos niñas en su casa tan tarde. Como la niña
no le resultaba familiar le pregunto a Enrriqueta por la niña, y
esta cerro la ventana sin contestar, Claudina pensó "Mira que
si se tratara de la desaparecida Teresita". Se lo comentó al
colchonero que tenía la tienda en la misma calle, y éste se lo hizo
saber al municipal José Asens, quien se lo comunicó a su jefe, el
brigada Ribot.
Se dispuso vigilancia
delante del piso de Enrriqueta, y la policía pudo comprobar la
veracidad de que había dos niñas en el inmueble, el brigada Ribot
solicito a sus jefes permiso para proceder a registrar la casa. A
primera hora de la mañana del 27 de febrero de 1912 la policía se
personó en el piso de Enrriqueta con la excusa de una denuncia
contra ella por tener gallinas en casa, cosa que estaba prohibida,
Enrriqueta dejo de mala gana pasar a los policías, quienes empezaron
a registrar el piso.
Durante el transcurso del
registro el brigada Ribot penetró en el piso descubriendo al fondo
del pasillo a dos niñas de corta edad. La dueña de la casa
reaccionó y le dijo que sin una orden del juez no podía pasar. Pero
era tarde. Ribot se acercó a la pequeña, que tenía la cabeza
rapada.
"¿Cómo te llamas, guapa?"
"Felicidad""¿No te llamas Teresita?"
La niña vaciló y acabó diciendo: "Aquí me llaman Felicidad". Ribot preguntó a la mujer quién era aquella niña y ella respondió que no lo sabía, que se la había encontrado en la Ronda de San Pablo el día anterior y le había dicho que estaba perdida y que tenía hambre y ella se la había llevado a casa. "La otra es mi hija y se llama Angelita", añadió. No había ningún rastro del niño que la vecina decía haber visto en repetidas ocasiones.
Fue llevada a la Jefatura de Policía, la secuestradora fue identificada como Enriqueta Martí Ripollés, de 43 años y con antecedentes por corrupción de menores. Se mandó buscar a la madre de Teresita para que la identificara, pero al no estar en casa fue una vecina quien se personó en la comisaria e identificó a Teresita, Enrriqueta Martí fué detenida.
CONOCIDA DE LA POLICIA:
Enrriqueta Martí fue
detenida en 1909 , por regentar un prostíbulo de menores de ambos
sexos y de edades que iban desde los cinco hasta los 16 años. Con
ella había sido detenido un cliente joven que resultó ser hijo de
familia distinguida. Enriqueta fue procesada, pero la causa se perdió
en los archivos gracias a las influencias ejercidas por una persona
muy conocida y poderosa de la ciudad.
Enriqueta Martí estuvo
siempre muy relacionada con la prostitución. Ella misma empezó a
ejercer antes de los 20 años. Fornicó en lugares de la más baja
condición hasta que un día decidió casarse con un pintor
fracasado, Juan Pujaló, un pobre tipo que se alimentaba de alpiste,
como los pájaros, porque lo había aprendido en un manual de
naturismo. Diez años duró la relación, aunque hasta seis veces se
separaron en este periodo. La última y definitiva había sido cinco
años antes.
Por eso la policía pudo
descubrir que Angelita no era hija de Enriqueta porque así lo
declaró el infeliz de Pujaló, los médicos comprobaron que
efectivamente Enriqueta nunca había dado a luz.
Teresita |
Al ser interrogada otra
vez sobre quien era Angelita y donde estaba el niño,siguió
manteniendo que la niña era suya aunque semanas después reconocería
que se la había quitado nada más nacer a una cuñada a la que hizo
creer que lo había perdido en el parto. En cuanto al niño, explicó
que se llamaba Pepito, que tenía cinco años y que se lo habían
dejado para que lo cuidara. “Pero como se
puso malito lo llevé fuera de Barcelona para que se cure”.
Gracias a los testigos,
pudo irse trazando la personalidad de la secuestradora. A pesar de
que no tenía problemas económicos, solía mendigar y acudía,
vestida como una pordiosera y acompañada casi siempre de un niño o
una niña, a centros de acogida, conventos, parroquias y asilos
pidiendo limosna y comida.
Ésta era su ocupación
por las mañanas, por las tardes salía de su casa elegantemente
vestida con sedas y terciopelos y tocada la cabeza con pelucas y
sombreros. ¿Qué lugares frecuentaba? ¿A quién visitaba?, estaba
claro que Enrriqueta tenia una doble vida.
DECLARACIONES DE LAS
NIÑAS:
Las declaraciones de las
dos niñas, vinieron a demostrar que Enriqueta Martí era mucho más
que una secuestradora y corruptora de niños. Teresita contó al
juez que aquella mujer, nada más llegar al piso, le dijo: "¿Verdad
que sientes picor en la cabeza? Anda, hija mía, déjate cortar el
pelito y te pondrás buena".
La niña se dejó hacer mientras la mujer le decía
que a partir de ahora se iba a llamar Felicidad que ella era su madre
y que tenía que llamarla "mamá" cuando salieran a la
calle. Pero nunca salió a la calle ni le estaba permitido asomarse
al balcón o a las ventanas. Su única distracción era jugar con
Angelita, porque ella no llegó nunca a ver a Pepito en la casa. A
veces se quedaban las dos solas y era cuando tenían más miedo. Pero
un día Angelita le dijo: "Vamos a ver
qué tiene mamá en los sitios donde no nos deja entrar".
Penetraron casi a oscuras en las habitaciones prohibidas. Teresita
tropezó con algo que resultó ser un saco. Lo abrieron y, al
descubrir su contenido, lanzaron un grito de horror: había un
cuchillo grande y unas ropas de niño manchadas de sangre.En la declaración de Angelita, ella sí conoció a Pepito, un niño rubio de su misma edad con el que solía jugar hasta que un día "Mamá no se dio cuenta de que yo la vi cómo cogía a Pepito, lo ponía sobre la mesa del comedor y lo mataba con un cuchillo. Yo me fui a mi cama y me hice la dormida".
Teresita con sus padres |
Al registrarse el piso del carrer Ponent, la policía descubrió que el mobiliario era de gran calidad, que en los armarios guardaba trajes carisimos que ella se ponía para sus salidas nocturnas. En algunos armarios se encontró trajes de niños de calidad y en la cocina se encontró el saco que contenían las ropas ensangrentadas que dijeron las niñas.
Un
paquete de cartas llamó la atención de los funcionarios. La mayoría
estaban escritas en lenguaje cifrado, y abundaban en ellas las
contraseñas y las firmas con iniciales. Apareció también una
lista, una relación de nombres, que daría mucho que hablar a la
opinión pública.
En
otra habitación se encontró un saco lleno de ropa vieja de niños,
en el fondo del saco se encontró pequeños huesos que los expertos
dictaminaron como humanos.
La
macabra expedición concluyó en una habitación cuya cerradura
tuvieron que forzar y en la que aparecieron medio centenar de
frascos, rellenos, unos, de sangre coagulada; otros, de grasas, y el
resto, con sustancias que fueron enviadas a un laboratorio para su
análisis.
Junto
a las pócimas había un libro antiquísimo con tapas de pergamino
que contenía fórmulas extrañas y misteriosas. Y también un
cuaderno grande lleno de recetas de curandero para toda clase de
enfermedades, escritas a mano, en catalán y con letra refinada.
Ante
tales pruebas, Enriqueta acabó reconociendo que era curandera y que
vendía filtros y ungüentos. "Confecciono
remedios utilizando determinadas partes del cuerpo humano".
Y, de forma repentina, vociferó: "¡Que
registren el piso! ¡Que piquen bien las paredes y encontrarán algo!
Como sé que me subirán al patíbulo, quiero que conmigo suban los
demás culpables".
No
solamente se registró el piso del carrer ponent, se registraron los
demás pisos en los que había vivido Enrriqueta, en
un piso del carrer de Picalqués fue descubierto un falso tabique que
ocultaba un hueco en el que aparecieron más huesos, entre ellos
varios de manos de niño. En un piso de la calle de Tallers, en un
escondrijo, hallaron huesos y dos cabelleras rubias de niñas de
corta edad. En una torre de Sant Feliu de Llobregat aparecieron
libros de recetas y nuevos frascos con sustancias desconocidas. Y
finalmente, en el patio de una casa de la calle de los Jocs Florals
de Sants descubrieron el cráneo de un niño de unos tres años, que
todavía presentaba adheridos a la piel algunos cabellos y una serie
de huesos que los forenses reconocieron como pertenecientes a tres
niños de tres, seis y ocho años.
Diez
fueron las criaturas identificadas como víctimas de Enriqueta que se
incluyeron en el sumario. Los periódicos escribieron frases como:
"Esos huesos hablan de crímenes bárbaros, y esos emplastos y
esas curas, de supercherías medievales".
Y Millán Astray, jefe superior de policía, definió a la Martí
como
"una neurótica que se creía curandera, un caso de bruja
antigua que hubiera sido quemada en Zocodover".
Enrriqueta
Martí utilizaba a los niños que secuestraba en una explotación
doble: como objetos de placer para sus degenerados clientes y como
materia prima para elaborar sus potingues.
La
gente creía que el mejor remedio para curar la tuberculosis era
beber sangre y untarse el pecho con grasa humana, mejor si era de
niños.
A
nadie escapaba que tras los aberrantes crímenes de Enriqueta Martí
tenía que haber personas con suficientes recursos económicos para
satisfacer sus pervertidas necesidades. Y es en ese punto donde
aparece la famosa lista de nombres hallada en el tugurio de la calle
de Poniente, una lista de la que todo el mundo hablaba pero nadie
conocía, una relación de nombres y domicilios en la que, se
rumoreaba, figuraban médicos, abogados, comerciantes, algún
escritor, políticos y otras personalidades.
La
indignación comenzó a apoderarse de Barcelona, para apaciguar los
ánimos diarios como el ABC publicaron que: "los nombres y
domicilios contenidos en esta lista son de gentes conocidas por su
amor a la caridad, gentes que fueron víctimas de las socaliñas (que
significa 'engaños') de la hechicera, que las conocía por haber
acudido a sus casas a pedir limosna".
Enriqueta
había intentado cortarse las venas con una cuchara de madera en su
celda de la prisión de Reina Amalia, y las autoridades temieron que
si fallecía estallara un motín popular, para evitar el suicidio de
Enriqueta se tomaron todo tipo de precauciones. Sin embargo, el
interés por el tema comenzó a decaer al no producirse nuevos
descubrimientos macabros y entrar toda la investigación en una fase
rutinaria.
En
abril, un transatlántico se hundió tras chocar con un iceberg. Se
llamaba Titanic y las noticias sobre aquel desastre apartaron
definitivamente de las rotativas a la Vampira del Carrer Ponent.
Meses
despues Enrriqueta Martí murió en el patio del presidio donde
estaba, linchadas por sus compañeras presas, esa noche en Barcelona
mucha gente que estaban en la “lista”, durmió muy tranquila.
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