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domingo, 16 de septiembre de 2012

El crimen de Macastre

Rosario Gayete y Francisco Valeriano Sanchez Flores
Hay crímenes perfectos, son los que han ocupado horas de televisión y de los que se han hecho películas. los hay complejos, difíciles de resolver, por falta de medios o por falta de interés por parte de los cuerpos de seguridad.
Fue el 19 de enero de 1989, un pastor se dirige a una caseta que se encuentra en la zona de Cuerna junto a la carretera donde guardaba utensilios para el oficio, en el municipio de Macastre. El pastor encontró la puerta abierta, entró y vio a una chica que parecía dormida en la cama que él tenía allí, le tocó para despertarla y comprobó que la chica estaba muerta, acto seguido avisa a la guardia civil.
La guardia civil se persona en el lugar de los hechos e identifica a la chica como Rosario Gayete, de 15 años, vecina de Benimamet, una pueblo de Valencia, a unos 40 kilómetros de la caseta donde el pastor descubrió el cuerpo sin signos de violencia. A partir de ahí comienza la investigación de la Guardia Civil. Los agentes encargados del caso interrogan a los familiares y amigos de la chica. Averiguan que Rosario se marchó de acampada 5 días antes de encontrarla muerta con otros dos chicos, su novio Francisco Valeriano Flores Sánchez de 14 años y su amiga Pilar Ruiz Barriga, de 15. Nadie saben dónde están.
Así que la Guardia Civil empieza a rastrear en los alrededores de la caseta de Macastre en busca de algún indicio que les indique el paradero de los otros dos jóvenes. Las batidas de los agentes son inútiles. Las fotos de los jóvenes desaparecidos ya se han difundido en algunos periódicos locales y se les buscan por toda la provincia.
En Valencia, una mujer encuentra el pie de una joven en un contenedor de basuras de la calle de Alcácer, en un principio este hecho no tendría por que estar relacionado, pero como veremos mas adelante si lo está.
No es hasta tres meses después del hallazgo del cuerpo de Rosario, el 8 de abril, cuando un campesino descubre el cadáver descompuesto de Francisco a unos 300 metros de la caseta. Increíblemente la búsqueda de indicios que hizo la guardia civil no encontró el cadáver que estaba relativamente cerca de la caseta.
La investigación, sirven para extraer un esbozo de lo ocurrido horas antes del triple crimen.
A finales de los años ochenta miles de jóvenes españoles están enganchados a la heroína; pero en esa época, si no tienes dinero, lo que está más a mano es inhalar pegamento u otras sustancias similares. Los tres jóvenes inhalaban benzol, un hidrocarburo que si se inhala en pequeñas dosis puede causar alucinaciones y somnolencia. En altas cantidades puede causar la muerte por paro cardíaco. En las autopsias que se les practicaron a Rosario y Francisco, los médicos no encontraron en ellos rastro de estupefacientes, pero la Guardia Civil sacó a relucir esa hipótesis de la muerte accidental por sobredosis de alguna sustancia como la más probable.
Hasta ahí, todo habría seguido encajando con esa hipótesis: paro cardíaco causado por la inhalación de sustancias tóxicas. Pero el descubrimiento del cadáver de Pilar revienta esa posibilidad.
 
Varias semanas antes de que apareciera el cuerpo mutilado de la joven Pilar , una llamada telefónica anónima a Protección Civil informó de que una persona había abandonado un cadáver en Turís. El comunicante misterioso dio incluso el nombre del individuo que presuntamente había cometido el crimen. El sospechoso fue interrogado, pero negó cualquier relación con las extrañas muertes de los niños y quedó libre por falta de pruebas.
El 24 de mayo, unos niños hallan el cuerpo de Pilar junto al río Magro, en el municipio de Turís. Tiene la cara desfigurada. Le faltan un pie y una mano.
La guardia civil concluye que el pie que le falta, es el mismo que apareció en la calle de Alcácer. Los informes forenses determinan que se los han hecho con una sierra mecánica. La Guardia Civil tiene que descartar la hipótesis de la muerte accidental y construir una nueva basada en el asesinato, que nunca llegaron a desechar del todo. No obstante, en la caseta de Macastre se habían encontrado huellas de cuatro personas, los tres adolescentes y alguien desconocido. Por ahí podrían haber seguido los tiros si la familia de Pilar hubiese reconocido el cadáver. Fueron a verlo, y cuando lo tuvieron delante buscaron una cicatriz en una pierna de la chica que no encontraron. "Mi hermana está desaparecida, pero no muerta", señaló Felisa Ruiz al diario Las Provincias en 1997, "Pilar estaba irreconocible y no tenía la cicatriz". ¿Quién era entonces la chica hallada junto al rio Magro?. Para los agentes que investigaron el caso, el cuerpo encontrado era el de Pilar.
Según la guardia civil, los adolescentes cogen un autobús con destino Catadau sobre las cuatro de la tarde, donde pensaban acampar. Así lo demuestra un billete encontrado en el bolsillo de Francisco. No tenían vehículo para llegar a Macastre que esta a unos 30km de Catadau y nada hacía pensar que conocieran la caseta del pastor o que quisieran llegar hasta esa zona. Alguien los llevó allí; quizá la persona que los mató.
La Guardia Civil reconoce que se trata de "una zona sensible" a la aparición de cadáveres, por ejemplo, el caso de una joven de 20 años enterrada en una zona de campo cercana a Macastre y hallada por una pareja en septiembre de 2008. Siete años antes, en enero de 2001, un trabajador que revisaba los contadores de luz de las viviendas de la localidad descubrió unos huesos y un cráneo. El forense aseguró que habían sido seccionados con una sierra mecánica.
Se barajó la posibilidad de que los dos responsables del caso Alcàsser, Antonio Anglés y Manuel Ricart, hubiesen hubiesen tenido algo que ver en este caso. A Ricart le preguntaron por ello, negó los hechos y no hubo forma de ligarlo con la historia de Pilar, Francisco y Rosario, más allá de la presa de Tous, el lugar donde dos apicultores encontraron a las niñas del Alcàsser, a una hora del lugar donde murieron los niños de Benimamet. Hay algunas similitudes entre los dos crímenes. La diferencia es de tres años de separación entre uno y otro caso.
El caso llego a un punto muerto del que no llegó a salir, los padres no pudieron reclamar nuevas ni mejores autopsias, pruebas de ADN, nuevas investigaciones. Eran gente humilde de un pueblo de Valencia, gente que se resignó a aguantar la falta de pistas con la esperanza de que alguien les dijera alguna vez que les pasó a sus hijos.

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