OVNIS, OPARS, ARQUEOLOGIA Y LEYENDAS URBANAS

lunes, 13 de agosto de 2012

EL CRIMEN DE LOS ALEMANES


El crimen de los Alemanes, también conocido como el “crimen de la familia Alexander” o crimen del siglo, es un escabroso suceso de la crónica negra de Canarias de 1970, se saldó con la muerte de tres mujeres, a las que padre e hijo mataron a golpes mutilandolas y arrancándoles el corazón.
La familia Alexander no era lo que conocemos por una familia normal, antes de ir a Canarias, en Hamburgo, esta familia ya daba de que hablar entre los vecinos, por realizar ritos de una extraña religión y un comportamiento incestuoso entre los miembros de la familia.
La familia la componian, Harald Alexander y su esposa Dagmar, tuvieron cuatro hijos: Marina en 1952, Frank en 1954 y dos mellizas Sabine y Petra en 1955.
Harald tenia 39 años de edad, afiliado a una corriente Agnóstico Cristiana con unos toques de esoterismo, él se creía un elegido, un mesías.
Harald estaba afiliado a una agrupación sectaria llamada sociedad Lorver, fundada por Jacob lorver en el siglo XIX, el legado de Lorver convertiría a la sociedad en una de la sectas mas peligrosas del siglo XX. Harald sube dentro de la secta a escalafones altos. Cuando nace su único hijo barón, Farnk en 1954, Harald lo interpreta como el nacimiento de un mesías, Harald creía que todo lo que le venia en su vida era un mensaje de Dios. Frank crece siendo el líder de la familia, las mujeres de la familia Alexander lo trataban como si de una santidad se tratara era un requisito indispensable y obligado dentro del credo de la familia y la Sociedad Lorber, a Frank no se le permite tener relaciones sexuales fuera de la familia, y son su madre y sus hermanas con las que mantiene esas relaciones con el consentimiento del padre.
Durante años la familia Alexander fueron fieles a ideas extremistas de un cristianismo desviado. Harold además de ejercer de tutor y guía de su hijo también le consentía los caprichos y cosas que él deseaba.
Escapando de las habladurías y denuncias de sus vecinos de Hamburgo en 1970 se trasladan a Tenerife, y se instalan en la calle Jesús de Nazaret nº 37.
Llevaron una vida aparentemente normal, los hijos se pusieron a trabajar, las chicas en labores domesticas y Frank el “Mesías” de repartidor. Pero seguían realizando en su hogar sus ritos y creencias lo que despertó la curiosidad y el recelo de los vecinos.
El crimen se produjo de la forma mas inesperada, en la tarde del 16 de diciembre, Frank vé en su madre una mirada que él interpreta como un desafío, sin pensarlo Frank coge una percha del armario y empieza a golpear a su madre en la cabeza hasta que esta pierde el conocimiento. Esto lo realiza delante de su padre que no intenta pararlo, si no que le da el beneplácito para que continúe golpeando, mientras Harald recita unos salmos mientras toca un acordeón. Posteriormente padre e hijo se ayudan en la labor de mutilar los órganos sexuales de la madre, utilizando cuchillas de afeitar y unas tijeras de podar, le cortan los pezones y los clavan en la pared. Posteriormente le abren el torso para extraerle el corazón y también lo cuelgan de la pared, ellos creían que así le cortaban el nervio de la vida, la madre recibió 72 golpes.
Dos de las hermanas, Petra y Marina se encontraban en sus cuartos en ese momento y oyeron todo lo que ocurría, cuando su hermano y padre fueron a por ellas no opusieron resistencia, como si creyeran que ese era su destino, también fueron mutiladas, sus pechos y genitales habían sido manipulados y clavados en la pared.
La otra hermana, estaba trabajando en ese instante en casa de un medico, lo que le salvó la vida. Los dos asesinos se lavaron, se cambiaron de ropa e intentaron huir de la isla, pero en su desesperación destruyeron todos los documentos de identidad y los pasaportes, creyendo así que no serian identificados, lo que fue un error pues no podrían coger un avión o barco para abandonar la isla. Decidieron ir al sur de la isla a una zona llamada los Cristianos donde tiempo atrás habían comprado unos terrenos e intentaron contactar con un siquiatra alemán amigo suyo, pero no lo encontraron.
Estuvieron deambulando por los cristianos y decidieron ir a la casa donde trabajaba la otra hija, Sabine, le contaron lo que habían hecho, justificándolo como algo inevitable
y Sabine aceptó el hecho como se lo contaron,”algo que tenia que pasar”.
El señor de la casa donde trabajaba Sabine oyó la conversación y horrorizado llamo al consulado alemán, el consulado hizo lo propio llamando a la policía, padre e hijo fueron rápidamente detenidos.
juicio de Frank y Harald
Cuando la policía se personó en la casa, la escena era dantesca, había sangre hasta en el techo y los restos humanos estaban clavados en las paredes.
En el posterior juicio el joven Alexander declaro "Vi que madre estaba mirándome, sentí que no le estaba permitido el que ella me mirase de esa manera. Por lo tanto cogí una percha del ropero y le di con ella en la cabeza. Después de haberle dado en la cabeza varias veces cayó al suelo y perdió el conocimiento. Padre había ido al salón a tocar el órgano y fui allí. Primero golpee a Marina en la cabeza con la percha, y después de que ella perdiera el cocimiento golpee a Petra. Padre seguía tocando el órgano y elogiando a Jesús, pero cuando empecé a quitar las partes insultantes, él vino a ayudarme".
Padre e hijo declararon que las victimas estaban poseídas por una fuerza maligna y que Frank lo detecto gracias a la ayuda de Dios.
Frank Alexander
En el juicio, tanto Harald como Frank se declararon inocentes, ya que eso "era parte de sus creencias religiosas; que las mujeres eran seres inmundos y tuvieron que ser purificados por el asesinato".
El juicio duro unas cuatro horas y media, la fiscalía pidió pena de muerte para el padre y 20 años de reclusión para el hijo, pero fueron absueltos y recluidos en una institución mental.
Al principio de la década de los noventa Harald y Frank Alexander escapan del centro de enfermedades mentales donde estaban recluidos y no se les encontró jamas, la interpol puso en el año 1995 una orden de busca y captura. Tampoco se sabe nada de Sabine.




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